La Jornada del campo – número 211 – 19 de abril de 2025
Julieta Ponce Sánchez COA Nutrición / Sin Maíz no hay País / ASA
Bendiciones de la milpa. Rocío Albino Garduño
En abril de 2024, México dio un paso histórico al promulgar la Ley General del Derecho a la Alimentación Adecuada, reconociendo legalmente que toda persona tiene derecho a una alimentación suficiente, nutritiva, de calidad y culturalmente pertinente. Sin embargo, a un año de su publicación, el reglamento de la ley sigue sin ver la luz.
Este retraso no es un simple tecnicismo porque sin el reglamento, la ley carece de mecanismos claros para su aplicación, dejando en el aire las acciones necesarias para garantizar este derecho y la vida asociada al alimento.
¿Qué hace un reglamento?
Un reglamento es el instrumento traductor del contenido general de una ley en acciones concretas. Define cómo, cuándo, quién y con qué medios se implementan los principios establecidos. Es el puente entre el reconocimiento del derecho y su ejercicio cotidiano.
En este caso, el reglamento debe establecer – como lo marca la Ley – las bases para que las instituciones públicas coordinen sus esfuerzos; desde la producción sustentable de alimentos hasta la educación alimentaria en las escuelas, el apoyo a las familias más vulnerables o la regulación de la publicidad que promueve el consumo de ultraprocesados para transformar el sistema alimentario. Con reglamento, hay garantías y exigibilidad como base de una nueva cultura alimentaria de identidad nacional frente a reales amenazas de salud, ambientales y geopolíticas.
¿Por qué urge progresar el derecho a la alimentación?
Porque México atraviesa una paradoja dolorosa: mientras millones viven con hambre o desnutrición, otros millones enfrentan enfermedades asociadas al exceso de alimentos ultraprocesados. Esta desigualdad alimentaria no es casual ni inevitable. Es el reflejo de un sistema mercantilizado de la comida.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua 2023 (ENSANUT 2023), la adiposidad es alarmante. La obesidad en mayores a 20 años sumada al sobrepeso prevalece en 75% de las personas; en escolares de 5 a 11 años es del 36.5% y en adolescentes la cifra alcanza el 40.4% reflejando un incremento de 7.2 puntos porcentuales desde 2006. Los peores alimentos se consumen con mayor frecuencia en edades tempranas, esto aunado a la falta de leche materna y la exposición a componentes contaminantes son una mezcla que resta vida.
La carga por enfermedades y muertes relativas a la forma de comer es resultado de la injusticia alimentaria, causa de sufrimiento familiar, del gasto excesivo en salud, del cambio climático con el riesgo latente de baja competitividad y desigualdad social.
Un reglamento es el instrumento traductor del contenido general de una ley en acciones concretas. Define cómo, cuándo, quién y con qué medios se implementan los principios establecidos.
Un reglamento para transformar el sistema alimentario
Un reglamento claro y bien estructurado es esencial para establecer dos pilares fundamentales: el Sistema Intersectorial Nacional de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (SINSAMAC) y el Consejo Intersectorial Nacional (CIN). Se debe asegurar su coordinación interinstitucional, sin necesidad de generar una nueva secretaria. Estas reglas detalladas definen roles y responsabilidades de las diversas entidades gubernamentales para implementar políticas alimentarias efectivas. También favorecen el fomento de economías locales al acelerar el apoyo a la producción agroecológica y la distribución de alimentos saludables y sostenibles, fortaleciendo la soberanía alimentaria y reduciendo la dependencia de importaciones.
Las reglas del derecho a alimentación facilitan la educación y concienciación al estimular programas en escuelas y comunidades que promuevan el consumo saludable desde el momento de nacer. Este reglamento activa la regulación del entorno alimentario, la publicidad de alimentos ultraprocesados y los conflictos de interés. Asimismo, el reglamento potencia y articula cualquier acción a favor de la alimentación en todos los niveles, tal es el caso de los Lineamientos generales sobre alimentos y estilos de vida saludables por parte de la SEP en las escuelas.
Llamado a la acción es defender el derecho a disfrutar la comida con salud
Esta defensa no solo es una responsabilidad gubernamental, sino una necesidad colectiva. Invitamos a la ciudadanía a:
- Sumarse a la exigencia de la publicación del reglamento a través de canales oficiales, conversaciones familiares, redes sociales y participación en foros públicos. Manifestemos la urgencia de contar con este instrumento.
- Elegir recetas tradicionales en casa y en la comunidad. Resaltar el consumo de alimentos frescos o mínimamente procesados, ofrecer a las nuevas generaciones los tesoros culinarios nacionales.
- Apoyar a productores locales sin titubear. Adquirir productos originarios fortalece la economía comunitaria y protege al planeta.
Contar con un reglamento claro permite una cultura alimentaria distinta. Una donde el acceso a alimentos frescos, suficientes y sostenibles sea un derecho y no un privilegio. Donde niñas, niños y jóvenes crezcan en ambientes protegidos para cuidar su cuerpo, su cultura y el planeta.
Exhortamos, con esta voz pública, a la Presidencia de la República y a la Secretaría de Salud a cumplir con su deber de publicar el reglamento que dé vida a esta ley. Ante la guerra arancelaria y los pronósticos climáticos de riesgo, un reglamento como éste es camino seguro para actuar en momentos decisivos. Es momento de pasar del reconocimiento simbólico a la acción efectiva. De las buenas intenciones al compromiso institucional con voluntad política. •