La huella de carbono de la agricultura y cómo reducirla

Tierra Fértil – 20/11/2024 – Por Amado Vázquez Martínez

Con soluciones como la adquisición de bonos de carbono y el uso cada vez más generalizado de sistemas biorracionales y sustentables, la agricultura mexicana enfrenta el reto de descarbonizarse

La agricultura es responsable de aproximadamente 102 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2019, excluyendo las emisiones de energía y junto con la silvicultura y otros usos del suelo (AFOLU, por sus siglas en inglés), representó el 19% del total de emisiones de GEI en México en 2019, según datos de bbaresearch.com y statista.com.

Según Bayer, el Gobierno de México y Sedema de la Ciudad de México, desde 2018 hasta 2024, México ha logrado reducir sus emisiones de carbono en el sector agrícola y en general en el país, pero particularmente en el sector agropecuario, se reporta una reducción del 20% en las emisiones de CO2 gracias a prácticas más sostenibles y al uso de tecnologías de precisión.

En términos generales, México ha avanzado en la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y carbono negro, pues según el Programa Especial de Cambio Climático 2021-2024, el país se ha comprometido a reducir sus emisiones de GEI en un 22% para 2030, y con la colaboración internacional, esta reducción podría alcanzar hasta el 36%.

En 2021, México produjo aproximadamente 714 millones de toneladas de CO2 equivalente (MtCO2e) de gases de efecto invernadero (GEI), lo que representa el 1.4% del total mundial y en términos de emisiones de carbono, México emitió alrededor de 400 millones de toneladas de CO2 en 2021, ocupando el puesto 15º a nivel mundial.

Sin embargo, en términos generales en el país, el sector privado y público, junto con asociaciones de agroproductores, agroindustriales y la academia, toman medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), entre las cuales se encuentran:

Energías Renovables: México está invirtiendo en energías limpias como la solar y la eólica para reducir su dependencia de los combustibles fósiles. Se busca generar el 35% de energía limpia para 2024 y el 43% para 20301.

Transporte Bajo en Carbono; Manejo de Residuos y Aguas Residuales; Programas de Reforestación: El Programa Sembrando Vida y la creación de nuevas Áreas Naturales, así como el uso de la Economía Circular para mejorar la eficiencia energética y la reducción de residuos a través de la Estrategia Nacional de Economía Circular.

Estas medidas son parte de los compromisos de México bajo el Acuerdo de París y su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), que incluye la reducción del 22 al 30% de sus emisiones de GEI para 2030.

MERCADO DEL CARBONO

Una de las opciones para reducir la emisión de carbono es el llamado «mercado de carbono», sistema diseñado para mitigar el cambio climático mediante la regulación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), basado en el Sistema de Comercio de Emisiones (SCE), que establece un límite de emisiones (cap) que disminuye con el tiempo.

Las instalaciones deben entregar un derecho de emisión por cada tonelada de dióxido de carbono (CO2) que emitan y si sus emisiones superan los derechos obtenidos, deben comprarlos a través de subastas, de otras empresas con excedentes (mercado secundario) o mediante compensaciones.

En México, el SCE se implementa en fases: una fase piloto y una fase operativa. Las emisiones directas de fuentes fijas que superen las 100 mil toneladas de CO2 anuales están cubiertas por este sistema, que abarca el 37% de las emisiones nacionales.

Además, México aplica impuestos al carbono de manera indirecta a los combustibles fósiles a nivel nacional y de manera directa a las emisiones de empresas a nivel subnacional, como en los estados de Zacateca y Querétaro.

Las empresas pueden compensar sus emisiones mediante la compra de créditos de carbono, que representan una tonelada de CO2 reducida, créditos que pueden ser utilizados en lugar de pagar impuestos o presentar derechos de emisión en el SCE, ya que, en el mercado voluntario, las empresas compran créditos de carbono para reducir su huella de carbono, mejorar su reputación y prepararse para futuras regulaciones.