La Jornada | Jared Laureles – 09 de mayo de 2024
Foto Cuartoscuro / Archivo
Ciudad de México. En el panel del T-MEC sobre el maíz transgénico, México ha hecho un esfuerzo extraordinario para justificar con evidencia científica que ese grano ocasiona daños a la salud humana, además de que ejerce su “derecho soberano” para tomar medidas de precaución y proteger a sus ciudadanos, aseveró Timothy A. Wise, asesor principal del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP, por sus siglas en inglés).
Apuntó que, en cambio, Estados Unidos “no toma en serio a la ciencia”, ya que hasta el momento no ha aportado las pruebas suficientes para comprobar que su maíz transgénico es inocuo y, en la defensa que ese país hizo ante el panel basó sus argumentos en estudios elaborados por las mismas empresas de biotecnología.
En entrevista, el especialista señaló que en su respuesta, México “desafía explícitamente” a Esta- dos Unidos al demostrar que el maíz nativo que produce nuestro país es seguro –con una amplia variedad de al menos 60 razas. De ahí, indicó, que tenga que tomar medidas de precaución, ya que los mexicanos consumen diez veces más el grano que en el país vecino, donde 90 por ciento del que se produce es transgénico.
Acusó que los procesos regu- latorios de Estados Unidos son “muy laxos”, porque no exigen pruebas de inocuidad para las variedades transgénicas ni mucho menos del consumo a largo plazo.
A cambio, expuso, el gobierno estadunidense ofrece evidencias de países que aseveran que nadie ha comprobado que dañen la salud, “es una pereza científica y regulatoria que sirve a las industrias de biotecnología, pero no a los consumidores”.
Citó que un estudio del Center For Food Safety sobre la regulación de Estados Unidos a los cultivos transgénicos detecta que ésta no cumple con el acuerdo comercial del T-MEC, ya que “fue elaborada por Monsanto”, propiedad de Bayer, que forma parte de la industria de la biotecnología.
Bayer Monsanto, recordó, paga miles de millones de dólares a miles de personas que han sufrido cáncer por exponerse al uso de herbicidas en el campo, incluido el glifosato, o porque quedan residuos en el maíz transgénico.
Para Wise, en su determinación hacia finales de año, el panel del T-MEC debe considerar que son falsos los señalamientos respecto a que las restricciones impuestas por México al uso de maíz trans- génico están causando un daño comercial a sus productores.
Antes del decreto, finalizó, México sólo importaba 600 mil toneladas de maíz blanco de Estados Unidos de los 16 millones 500 mil toneladas, en gran parte maíz para forraje.
La proporción se acerca más al 1 por ciento, si se considera que que sólo la mitad del maíz blanco estadunidense son variedades transgénicas, y apenas la mitad de las exportaciones se destinan a la industria mexicana de la tortilla, señaló con base en los informes del Departamento de Agricultura estadounidense.