“Los transgénicos son parte de un sistema contra la vida”: Vandana Shiva

Pie de Página | 13 marzo, 2024

Lady Pech, defensora ambiental de Hopelchén, Campeche y José Magdaleno “Nino” Velazco, defensor de la milpa y el maíz originario entregan una pintura hecha por indígenas mexicanos a Vandana Shiva.

La agroindustria y su intento de imponer el uso de productos genéticamente modificados es un veneno que se quiere imponer en el mundo por medio de políticas de comercio a las que la ecofeminista, filósofa y física, Vandana Shiva llama el “fascismo de la comida”

Texto y fotos: Arturo Contreras Camero

CIUDAD DE MÉXICO.- “México es un faro para el mundo, por el que podemos ver no solo la cultura ancestral de la comida, sino también al futuro”, aseguró Vandana Shiva, la física, filósofa y escritora de la India, al hablar de la política de protección contra el maíz transgénico que se ha adoptado en México.

Desde el inicio de esta administración, el gobierno Federal decidió prohibir el maíz transgénico para proteger las variedades de maíz nativo, lo que lo ha llevado a un dramático litigio comercial con Estados Unidos sobre el comercio y uso de maíz en ambos lados de la frontera.

El argumento de México es que el cultivo de semillas genéticamente modificadas, como las que vende Monsanto, implica riesgos a la salud, mientras que de parte de Estados Unidos se alega que no hay pruebas científicas para sustentar esa afirmación.

“No podemos dejar que ellos rijan uno de los elementos más esenciales de la vida como son los alimentos. Empresas como Pepsi, Nestlé, no nos pueden forzar a comer malos alimentos y no permitir los buenos”, comentó la doctora Shiva durante una conferencia magistral llevada a cabo en las instalaciones de la Secretaría de Agricultura.

“Si uno come mal no hay medicina que te pueda ayudar, sin embargo, se han creado sistemas sanitarios para diseminar la enfermedad y las epidemias. No podemos aceptar estos sistemas en los que ellos –las empresas– deciden qué estándares determinan lo que es la comida saludable”.

El mensaje de la doctora Shiva duró cerca de una hora y abarcó la intrincada relación que existe entre el cuidado de la biodiversidad, la soberanía alimentaria y los derechos de propiedad intelectual que usan las grandes empresas agroindustriales para doblegarlas.

Una historia de colonialismo

La doctora Vandana cuenta un poco sobre la historia de la colonización de la India y las similitudes que guardó la Revolución Verde con este proceso de despojo.

“Cuando los Británicos dijeron que nuestro suelo era su propiedad. Entonces fue cuando se declaró propiedad privada de la Corona toda nuestra tierra y los campesinos fueron obligados a pagar impuestos, unos 45 trillones de dólares de la India al Reino Unido. Así se hicieron ricos, y esto se continuó con la llegada de las grandes empresas”.

Según contó, la llegada de la Revolución Verde siguió el mismo proceso de conquista, pero desde las semillas. Con la llegada del algodón biotecnológico (alrededor del 2002) el costo de la semilla ha aumentado de forma alarmante.

“Antes el precio de la semilla era cero, cuando llegó el algodón biotecnológico, empezó en 5 rupias por kilo y de ahí se ha multiplicado a casi 4 mil rupias. Poco a poco han ido obligando a los agricultores a comprar a crédito, y en pocos años les terminan arrebatando sus tierras por deudas”, contó la doctora Shiva.

“Hasta el día de hoy hemos perdido a más de 4 mil campesinos que se han suicidado por sus deudas”.

La doctora Vandana Shiva, autora ecofeminista con estudios en ciencias, física y filosofía durante una conferencia sobre soberanía agroalimentaria en la Ciudad de México.

Los tratados comerciales y el fascismo de la comida

Estos sistemas se fortalecieron en todo el mundo de la mano de tratados comerciales de libre comercio, que, según explica la doctora Shiva, son una técnica perversa que nunca debió haber existido.

“Iniciaron en 1711, con un emperador en China que puso aranceles a su comercio con la india. Por supuesto habían productos que pagaban aranceles y otros no. Ese tipo de tratados son acuerdos para que nuestras culturas sean colonizadas. Quieren hacer de la comida un bien de consumo, pero la comida es la llave de la vida”.

En México los Organismos Genéticamente Modificados, o mejor conocidos como transgénicos, aparecieron luego de la reforma a las políticas agrícolas y comerciales derivadas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.

Algo parecido pasó en la India una década después. Las autoridades, bajo la influencia política de Washington, lo primero que hicieron fue fomentar el monocultivo de coco, plátano y mostaza, cultivos originarios, muy saludables, que se usaban tradicionalmente para hacer aceites, pero el monocultivo ha terminado con este tipo de técnicas.

“Yo le llamo el fascismo alimentario. De un día para otro los alimentos que siempre habíamos sembrado, de alguna forma, se volvían ilegales. Eso es lo que podría pasar con los vendedores de maíz”, advirtió la doctora.

“Quieren hacer la comida un bien de consumo, pero la comida es la llave de la vida”.

Problemas mundiales

La forma en la que se han usado acuerdos comerciales para negar el derecho a la alimentación originaria no solo es un problema para México, sino para todo el mundo. La doctora Shiva explicó:

“Justo en este momento, mientras estamos en esta reunión, hay protestas en la India por precios justos de las semillas. Desde hace semanas vemos protestas en Letonia, en Alemania, Francia, Escocia y Grecia; también en España e Italia, como si cada día se agregara un país nuevo”.

Y añadió:

“Si ven lo que pasa en Europa es que los campesinos están hartos porque no pueden vivir con las ganancias que tienen. Sí, la producción es más, pero cuando es el mismo quien vende las semillas y compra la producción, no les deja margen, así no pueden vivir, es lo que dicen, cuando, de lo que paga el consumidor solo les llega el 5 por ciento».

La milpa, una forma de resistencia

Contra la idea del aumento en la producción que prometía la Revolución Verde con sus semillas modificadas genéticamente, resistentes a las plagas y que dependen del glifosato (un herbicida especial y que es cancerígeno), la milenaria forma de la milpa ha resistido como un sistema agroecológico altamente eficiente, aseguró la doctora Shiva. 

“Cuando miden el rendimiento de las cosechas solo se fijan en cuánto se pudo vender de más, pero no se dice cómo estas técnicas destruyen la biodiversidad ni cuál es la calidad de vida que da al cultivador, ni la cantidad de alimento que le deja”, criticó. 

Las técnicas agroecológicas son una clara oposición a la visión de monocultivos de la industria agroalimentaria, misma que las grandes empresas definen como una maquinaria autoreplicante que controla la vida. 

“Ellos declararon que la vida era su enemiga y la empezaron a matar con plaguicidas”, contó la doctora Shiva al recordar una reunión entre representantes de la ONU con enviados de la empresa Monsanto. “Él hablaba del glifosato y defendía a los transgénicos diciendo que las demás yerbas que crecen alrededor no deberían existir, pero si los rayos del sol son para todos, y esa es la energía básica que convierte todo a través de la fotosíntesis”. 

“Es esa idea de que estamos separados de la naturaleza y la naturaleza es la muerte de nuestras semillas, pero bajo esta mirada, las tecnologías de los campesinos no son vistas. Estas empresas consideran que las mujeres y los campesinos no tienen conocimiento. Bajo esta mirada es que dicen que si la tierra está muerta, entonces le puedes hacer lo que sea. Sin respetar la vida de las otras plantas; por eso el cultivo ancestral de maíz, de los sistemas vivos, implica una tarea de compasión y cuidado”. 

Bajo la promesa de generar más ganancias estas empresas parecen querer venir a decirle a los campesinos mexicanos que tienen una patente sobre el maíz que históricamente ha sido de ellos, pero que han encontrado en la bioingeniería el truco para fingir que hicieron una especie nueva de maíz, aunque solo sean lo que otros activistas llaman semillas sin alma.